Contexto

Históricamente, el color púrpura ha sido símbolo de exclusividad y poder debido a su complejo y costoso proceso de extracción. Este tinte se extraía de ciertos moluscos marinos, especialmente del murex, lo que lo hacía extremadamente difícil de producir en grandes cantidades. Además de su rareza, tenía la particularidad de ser un pigmento natural altamente resistente a la decoloración, lo que aumentaba aún más su valor. Por estas razones, el púrpura fue asociado durante siglos con la realeza, el clero y las élites, una connotación que se mantuvo hasta los inicios de la época isabelina (a partir de 1558).
Durante el periodo isabelino, la moda se convirtió en una manifestación explícita del estatus social. La vestimenta se volvió más colorida, detallada y extravagante. Los colores intensos, los materiales lujosos y los diseños elaborados eran reservados para la nobleza y las clases altas, quienes podían permitirse seguir las últimas tendencias que llegaban desde Europa. En este contexto, el uso del color púrpura no solo continuaba siendo un símbolo de riqueza, sino también de poder y refinamiento.